sábado, 25 de julio de 2015

Dimitri

No se llamará Dimitri ni de puta coña. 
Pero es lo primero que me vino a la cabeza en cuanto este honrado ciudadano apareció por el rabillo de mi ojo derecho, andando apresuradamente, casi corriendo más bien diría yo... Cierto es que estaba el semáforo de muñequitos cambiando al parado y rojo, pero sus prisas tenían más que ver con sus acelerados pensamientos que con la evidente y sana necesidad de escapar a los posibles atropellos. Bueno, o eso pensé yo. Relajó su paso a escasos metros de la acera. Para entonces, disparaba a ciegas cámara al aire, encuadrándole más o menos mientras me dejaba adelantar por la derecha...
Me llamaron la atención sus prisas, pero también y más aún, su aspecto, su informal manera de vestir, el maletín "vintage" de pulcro cuero rojizo, su mueca amable y sonriente, pero sobre todas las cosas, su cabellera cana, rizada y al viento, que le confería ese aspecto de "Dimitri", o de qué se yo, entre científico loco, espía ruso post-telonario y desubicado, profesor de universidad puteado por sus alumnos hasta extremos humillantes, o Dios Eolo trasmutado en mortal y camuflado entre mortales.
Es lo que siguen teniendo los calores de este verano preapocalíptico que estamos teniendo.
Mis saludos y respetos a mi Dimitri, se llame como se llame el señor.

martes, 7 de julio de 2015

Pum!!!

No tengo nada contra este pobre ciudadano que, contento y feliz como una lombriz, pasea ufano y despreocupado, aparentemente contento con vaya usted a saber qué tipo de pensamientos felices (a pesar de que tiene toda la cara de Varoufakis...), incluso ajeno a los peligros que puede depararnos un simple cartel colocado con cierta mala fe... ¿O será mi forma de verlo? ¿Me cae mal Varoufakis? ¿Ninguna de las dos anteriores es cierta? ¿O es que estamos a 40ºC en una Valencia que arde?

Sea como sea, pido perdón al ciudadano y desde aquí expreso mi nada sana envidia por pasear con esa cara feliz que ya quisiera un servidor para sí mismo. ¡Qué calor hace rediós!