sábado, 6 de agosto de 2016

¿A dónde van?



Para escuchar...

A mis cincuenta y unas décimas, miro para atrás y la única pregunta que me resta por hacer es: 
¿A dónde van? 
No es que no haya más preguntas, ni que no me las haya planteado alguna que otra vez, o quizás a diario. Simplemente conozco ya las respuestas. O a lo peor, me importan poco.
¿A dónde van…, qué o quiénes o cuál o cuáles cosas? 
Resuena esta canción en mi cabeza.
No puedo evitar la tristeza. 
Son muchas, demasiadas, tantas las cosas, las personas, los lugares, los momentos y los recuerdos… Demasiadas cosas cuyo paradero actual desconozco, pero que presumo aniquiladas por el inexorable paso del tiempo. El tiempo, implacable y aterrador, devorador de todo cuanto alumbra. De la vida misma. Cada segundo que nos regala es un segundo que nos roba para siempre. Paradoja cotidiana y terrible del misterio de la vida. 

A la flor, su belleza, ¿de qué le sirve cuando ya ha caído?