miércoles, 13 de junio de 2007

Deprisa deprisa


Como contrapunto a la imagen anterior y a su melancolía profunda, otra que rebosa dinamismo, velocidad, fugacidad, energía en estado puro, en el correteo gracioso de una bandada de correlimos.
Cualquier aficionado a las aves (como yo mismo), o simplemente, cualquier aficionado a pasear por lugares costeros los conoce.
Cuando andan, "corren sobre el limo", la arena de las orillas, a la busca y captura de pequeños crustáceos y restos que poder llevarse al gaznate.
Cuando vuelan..., de cuando vuelan tengo otras fotos para otro día.
Hacer la foto no fue fácil, con el 300 en el trípode, la rótula aflojada, y un barrido a ciegas a 1/60, breve, pero muy rápido, ¡hay que ver lo que corren estos zancuditos! Esta es la mejor, en la que mejor se ven sus detalles. De todas formas, no era detalles lo que buscaba al disparar, más bien sensaciones. El equilibrio entre ambas cosas es el que más me convenció para subir esta foto.

domingo, 10 de junio de 2007

El gorrión y la flor


He decidido subir esta foto por lo que me inspira, tras vencer muchos convencionalismos que me hacían dudar. Podrá producir a algunos una sensación macabra. A otros, simplemente desagradable. A mi me despiertan ternura, desde siempre, los pollos muertos sobre las aceras. "Arreglé" esta foto acercando la flor. Es curioso. Es otro ser vivo, muerto, y a nadie le despierta ascos. Al contrario, el ser humano se regala a menudo flores, mutilaciones del ser vivo del que fueron parte, sin el menor pudor. Son bellas. El gorrión, siendo un ser más complejo y rebosando más vida que la flor, (cuando viven, claro está), les resultará a algunos, yaciendo muerto, algo casi insultante en su extrema fealdad y su tristísimo aspecto.
Lo cierto es que el ave, ni siquiera tiene consciencia de su propio ser. Mucho menos le atañe la idea de su propia muerte. Nos despierta a nosotros más sentimientos que a sus padres, Sr, y Sra. Gorrión, que seguramente, metros más arriba, en el nido, seguirán alimentando al resto de polluelos. ¿Es que no hechan de menos a su pollo muerto, acaso el primogénito, o tal vez el chiquitín de la prole?.
Símplemente, es que ni siquiera, y tampoco, saben contar. Qué extraña condición humana que ve tantas cosas, donde no hay más que el cotidiano discurrir de la vida y su eterno baile con la muerte.