martes, 14 de septiembre de 2010

No risk, no glory


Con esta estereotipada frase resume mi hijo pequeño la esencia de lo que, hace pocos días, sufrió, y nunca mejor dicho, en primera persona.
Ese mismo suceso es el que me motiva a pedirle que pose para esta imagen, resumen triste de un verano cuajado por otra parte de experiencias nuevas para ellos, para la familia también.

Los deportes de relativo riesgo, tampoco demasiado, no lo aguantaríamos su madre ni yo..., los deportes que implican fuerza y pasión por las sensaciones lógicas por otra parte de la juventud, la velocidad, el viento en la cara, la soledad de uno mismo contra los elementos...

Esta vez, la última de este verano, le costó al pobre una luxación del húmero izquierdo.

A bordo iba del aparato infernal que sostiene sobre su hombro derecho, y cuyo merecido y desgraciado protagonismo he querido resaltar tiñéndolo del color de la sangre, aunque no hubo de eso.

Blanco fue el color de la piel de mi hijo a los pocos momentos de sentir ese hueso fuera de su "lugar habitual de trabajo". Pobrecillo. Valiente y temerario como es, apenas ni un quejido, ni una mueca de dolor, al menos del dolor que siendo como tuvo que ser intenso, no logró arrancarle ni una lágrima de su agonizante pubertad que dentro de poco, el día que cumple 14, dejará atrás para afrontar seguro de su arrogante poder la adolescencia, terrible y aún con eso y con todo, demasiado corta para lo que nos espera luego...

A lo más, cuando le preguntábamos cómo se encontraba, y le "recriminábamos" meneando de arriba a abajo y de izquierda a derecha la cabeza, en cansino y abatido gesto, signo preocupante de incipiente senectud, y con la consabida y lastimera interjección entre los labios de: "aaaayyyyyyyyy!!!!, ayyyyyy!!!", a lo más él replicaba, con una mezcla de locura, orgullo y hasta casi en amenazante tono:

"No risk, no glory"

Envidia que me da. Por todo.

Y así andará unas semanas.

Bueno, por casi todo.

viernes, 6 de agosto de 2010

Jarrón con margaritas


Como primera aproximación al tema, esto es lo que os presento hoy. Y es que tenía ganas de hacer un bodegón de este tipo.
El clásico bodegón de jarrón con flores.
La cosa no ha salido barata, y, a parte del tiempo invertido en perjeñar la idea, (simple por otra parte), imaginar el esquema de luz, y ver qué le vendría bien, han sido 7,50 € las 5 varas de flores, (para luego quitar 2) cada una de ellas con 5 ó 6 florecillas, algunos capullos, muy "verdes", y mucha hojita.., pues lo que viene a ser un ramillete...

El fondo "clásico", ni negro ni blanco, una tela con tintes ocres y tonalidades variadas. La luz, austera y simple, como si de un ventanuco se tratara.
El procesado, unos pocos ajustes en el raw, bien expuesto, y luego un acabado pictórico, textura incluida, que me apetecía darle y que creo le viene bien al motivo.

El resultado..., lo dicho, como primera aproximación al tema, no me puedo quejar.

La cosa es que los ramos que me quedan por hacer son de flores aún más caras...
...pero, qué lindas son las margaritas...

lunes, 5 de julio de 2010

Cuando las palomas eran bonitas...


Uno de los pocos "robados" que suelo pillar muy de vez en cuando.

El tratamiento me ayuda a teñir la foto de algo casi onírico, perteneciente desde luego a un pasado en mi vida, cuando fui niño, cuando corría como todos entre palomas, gozando al sentir que las espantabas pasando entre ellas, y gozando también cuando tu padre compraba una bolsita de comida y tu eras una especie de domador mágico, con aquel montón de palomas en tu cabeza, en tus brazos y sobre tu mano, comiendo dócil y alocadamente en la palma de tu mano...

Por desgracia, la vida no tiene mucho que ver con eso, y cuando las palomas son casi tus enemigas cada vez que manchan tu coche, te acuerdas de aquel tiempo, y lamentas que la vida tenga en crecer una de sus peores consecuencias: el mundo pierde casi todo lo que lo convierte en maravilloso.

martes, 1 de junio de 2010

Samantha


Lo primero, gracias a la mamá de Samantha.

A Samantha no se la ve en la foto.
Sin embargo es evidente su presencia.
La mamá de Samantha tuvo el detalle de pedirme unas fotos, y me dejó hacerlas como quise hacerlas.
Me planté en su casa con varios kilos de material: flashes, soportes, pies, y más soportes, telas, y más flashes, paraguas, pinzas, disparadores, cámaras y objetivos.
Cuando finalmente llegué a aquel cuarto piso, tras dos viajes, desee haber hecho tres... Pero ya estaba allí con todo aquello.
Así que monté mi estudio e hice varios disparos para medir las luces, y le dije a la madre de Samantha que estaba listo...
No es la primera vez que me pongo delante de una embarazada..., evidentemente, soy además padre de dos hijos, así que he tenido una tripa parecida, más cerca aún, en un par de circunstancias anteriores.

Tener a Samantha tan cerca me hizo recordar, el día de la sesión, esos proyectos que dormían en aquel vientre, el de la mujer con la comparto mis días y, claro, mis noches...
Me hizo recordar aquellos sueños, también aquellas esperanzas. Recordé también todo lo que antecede a esa tripa, y todo lo que vino después... Mis hijos ya son grandes, y aquella mujer sigue a mi lado. Pero aquellos sentimientos..., fue bonito poder recordarlos.

Tener a Samantha tan cerca, y poder dirigir mis flashes a la tripa que la cobijará unos días más todavía, me hizo tener sentimientos casi olvidados: una especial ternura, una especial conciencia del milagro que supone la perpetuación de la especie, lo sencillo y natural que resulta ser un ser humano, desde aspectos tan cruciales como este..., y lo complicado que hemos conseguido que sea.

Samantha me dió mucho en que pensar, y me hizo recordar mucho en lo sí vale la pena creer: la raza humana y su capacidad para generar vida, para materializar el amor y para dar forma a la belleza de nuestros mejores sentimientos.

La belleza que, a través de una cámara, me gusta perseguir y más aún, de vez en cuando, encontrar.

lunes, 8 de marzo de 2010

Bodegón con manzana


Hoy toca un humilde bodegón. Una manzana "golden", eso sí, hay que decirlo, estaba algo verde la verdad...

Tengo en dique seco un par de proyectos, pero por ahora, este "pensat y fet" es lo que añado a esta bitácora.

Simple. Hasta el extremo.

Para qué más, si de lo que trataba era de fotografiar una manzana sin más, y ni más ni menos. Al hacerlo pensaba en dibujos y cuadros, estudios que todos los libros de pintura contienen: el bodegón.

Casi siempre hay un ejercicio que recoge las formas simples, puras y limpias, de una o varias piezas de fruta, sean sandías, uvas o, una manzana. También suele haber otro de unas botellas, o de un jarrón, o de una ánforas... No pierdo la esperanza de acometer estos "clásicos" por pura diversión, por pura práctica de ver cómo la luz moldea esas formas rotundas, elegantes, sencillas..., curvas..., como tantas otras..., también, también pienso algún día, en realizar esa otras fotos..., aunque esta vez, me será más difícil encontrar modelos.




miércoles, 24 de febrero de 2010

Fanguejant


Tras semanas de no subir nada por aquí, hoy me decido.

...pero dejando aparcados, por unos momentos, mis queridos bodegones. Que tenerlos, los tengo, y más que tendré... amenazo.


El otro día decidí acercarme por ese paraje incomparable que los valencianos tenemos la suerte de tener a tiro de piedra de la capital:

la Albufera y sus inmediaciones.

Lo hice a sabiendas de que, como este año las lluvias han sido persistentes en cantidad y en tiempo, una actividad que anualmente repiten los arroceros a mediados del mes de Enero, se ha ido retrasando..., hasta estas fechas.

La "Fanguejà" se llama, que viene a querer decir algo parecido a "la agitación del barro". Desde mitad de Enero, los arroceros han inundado sus campos con el agua de las acequias del Júcar. Tras un breve periodo, las malas hierbas que han proliferado sobre el terreno son removidas y arrancadas mediante esta actividad, que se facilita gracias a ese fango formado, empleando para ello tractores equipados con unas enormes y extrañas ruedas traseras a las que se les da el nombre de "jaulas".

Los tractores en constantes pasadas van, por supuesto, arrancando toda esa vegetación sumergida, y al remover de manera eficaz el terreno, hacen aflorar, y dejan al descubierto, infinidad de pequeños invertebrados, insectos, moluscos y anfibios que caen presa de los centenares de aves que, con insaciable gula y frenética agitación, se abalanzan a pocos centímetros de las jaulas a recogerlos, desorientados, asustados o malheridos.

El festín es colosal. La abundancia atrae a centenares, si no a miles de enajenadas aves: gaviotas de varias especies, fumareles, garcillas, garcetas..., es el vocerío estridente y el revuelo constante, el cielo salpicado aquí y allá de bandadas enteras que bailan al son que los tractores van marcando, de un lado a otro por todos los campos, centenares son las que vuelan en caóticos rumbos entrecruzados...
Ora se alzan al unísono al amenazarlas el paso de las enormes máquinas, ora caen con voracidad enloquecida sobre sus desprevenidas víctimas, disputando con sus formidables picos por el mejor de los bocados...
El espectáculo está servido... y es gratuito...

Pasé más allá de un par de horas plantado en la divisoria de varios de estos campos, con dos tractores trabajando a izquierda y derecha. Fueron cientos las fotos que me traje, todas iguales, todas disparadas casi con la misma y voraz fruición con la que aquellas aves magníficas se entregaban al festín, en su ineludible lucha en pos de su propia supervivencia.

NOTA: Para evitar malentendidos: esta foto es un montaje de otras cuatro, todas hechas, eso sí, el mismo día. El montaje me pareció oportuno, no tuve la suerte de que todos los elementos se ordenaran al azar en el mismo instante y en ese preciso sitio, pero sí que lo hicieron en otros instantes, por lo que me he tomado la licencia de unirlos. Al fin y al cabo, las cuatro fotos son de un servido y del mismo día, a saber:
1.- El tractor y algunas de las gaviotas del fondo.
2.- Otra serie de gaviotas volando unos pocos metros por encima de las primeras.
3.- La gaviota que aparece viniendo de cara al objetivo.
4.- La gaviota de primer plano. En realidad, el elemento más "impostado" de todos.
Esta gaviota volaba algo más alta que las demás, pero en el montaje la he situado donde me ha parecido que mejor recogía la esencia de esos momentos.
Por lo demás, como siempre, ver mejor un poco más grande.