viernes, 16 de enero de 2015

El ojo alerta

Un luminoso en colores llamativos, ocupando él sólo el espacio vacío de un escaparate. Un texto en francés. Dí ese idioma en el colegio, en un lejano plan de estudios caducado y sobradamente obsoleto ya. Se leer y mirar y encuentro connotaciones que me bastan para fijarme en él y ponerme a escudriñar buscando elementos del entorno, la mancha de luz sobre la acera producida por el reflejo del sol en la fachada acristalada de enfrente de la estrecha calle... 
Sin tiempo para pensar percibo por el rabillo del ojo un bulto que se acerca de prisa. No puedo entretenerme, con un movimiento instintivo y nada meditado, con una sóla mano acerco la cámara a mi ojo mientras busco con el pulgar derecho el botón de encendido de la parte inferior del cuerpo de mi Olympus y con el índice tiento por arriba ajustando la yema de mi dedo sobre el disparador. Para cuando vengo a completar la secuencia y sujetar medio decentemente la cámara, el viandante-wasapeador-paseadordeperros se cruza justo sobre la luna de vidrio y uno de los chuchos se deja bañar en el haz del reflejo. 
La cosa no es perfecta, pero esta vez no he podido estar todavía más "alerta". Me hubiera gustado. Pero pese a todo me quedo con ella.
Enero transcurre y los perros pasean mientras yo los fotografío, a veces, como esta, casi sin querer...

viernes, 2 de enero de 2015

Vendedora de mercado medieval

No es una gran foto, ni es especialmente interesante por nada. Excepto para mí, por una cosa. 
Como este blog es de autoconsumo, pondré hoy aquí esta imagen y diré porqué. Siquiera para entender yo mismo el motivo por el que esta serena dama se asoma al mundo desde esta ventana que yo abro. La foto está tomada el año pasado..., hace cuatro días. Paseábamos en compañía de un grupo de amigos por un mercadillo medieval que se monta cada fin de año frente a la estación del Norte de Valencia.
Allí, cámara en mano, tuve, no sé porqué inspiración, la suficiente valentía como para atreverme a pedirle a alguien que tuviera la amabilidad de posar para que le tomara una foto. Su primer impulso fue retirarse del encuadre (y así lo hizo) para que retratase a gusto el tenderete, pero no a ella. Hice una foto. Pero inmediatamente le sugerí que el producto sin su creador (son los mismos vendedores los artífices de las artesanías que allí venden) perdía valor, y accedió a adoptar esta sencilla pose, mientras me decía que no le gustaba posar y que no se gustaba en las fotos.

Pues gracias de mi parte por su amabilidad, su esfuerzo y su gesto, ella me permitió cumplir, dentro del plazo, uno de los retos que a primeros del año pasado me fijé para ese año que ya se ha ido. Concretamente la propuesta que hacía siete en aquel decálogo fotográfico, y que rezaba así:
"Hablar al menos con un desconocido y pedirle hacerle una foto."

Pues, ¡hecho!

Lo que no sé es si seré capaz de que esta imagen marque un punto de inflexión y me anime a hacerlo con normalidad, o si no... Lo veremos a primeros de 2016, cuando hagamos balance.

De momento, a ver si supero los 44 post del año pasado. Lo veremos.