miércoles, 30 de diciembre de 2015

Pesebre

Se nos va el año. Otra vez se nos va sin dejarnos apenas nada en los bolsillos.
Desde mi ventana miro al mundo discurriendo unos metros más abajo, unos metros más lejos, siempre con un cristal de por medio. Esta vez como casi siempre, mi mirada se enreda entre las ramas de las sóforas, que nunca sé si otoñan o reverdecen en este desquiciado clima nuestro. Y entre los claroscuros y los matices de ocres y de verdes, asciendo entre las ramas a una horqueta donde unas tórtolas remolonean y llaman mi atención. Y pienso y se me asemejan a una sagrada familia en un portal de Belén. Y así, el macho (que digo yo que si será el de la derecha) se me antoja un José paciente y ella (digo yo que recostada y a la sombra y con dolores de parto), una María amorosa a punto de alumbrar a un tortolín salvador...

Y que me perdonen los radicales. 
Felices navidades para quienes disfruten de ellas. 



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