Para escuchar...
A mis cincuenta y unas décimas, miro para atrás y la única pregunta que me resta por hacer es:
A mis cincuenta y unas décimas, miro para atrás y la única pregunta que me resta por hacer es:
¿A dónde van?
No es que no haya más
preguntas, ni que no me las haya planteado alguna que otra vez, o quizás a diario. Simplemente conozco ya las respuestas. O a lo peor, me importan poco.
¿A dónde van…, qué o quiénes o cuál o cuáles cosas?
Resuena
esta canción en mi cabeza.
No puedo evitar la tristeza.
Son muchas, demasiadas, tantas
las cosas, las personas, los lugares, los momentos y los recuerdos… Demasiadas cosas cuyo paradero
actual desconozco, pero que presumo aniquiladas por el inexorable paso del tiempo. El tiempo, implacable y aterrador, devorador de todo cuanto alumbra. De la vida misma. Cada segundo que nos regala es un segundo que nos roba
para siempre. Paradoja cotidiana y terrible del misterio de la vida.
A la flor, su belleza, ¿de qué le sirve cuando ya ha caído?
1 comentario:
Que yo estoy donde siempre. Y a ver cuando nos tomamos una cañita resalao.
Víctor X
Publicar un comentario