lunes, 16 de julio de 2018

STELLA MARIS

   No soy yo muy de onomásticas, no soy mucho de iglesias, no soy mucho de fe. Pero la fiesta de la Virgen Marinera, la Virgen del Carmen, no pasa desapercibida para quien, como un servidor, convive con una Carmen, la mía, mi Mari Carmen.

   El tiempo pasa fugaz y sólo tenemos un billete –por cierto, tan sólo de ida– para este emocionante viaje que es vivir. Así que antes de que seamos recuerdo, aquí dejo para disfrute propio y ajeno una fotografía de las dos Carmenes de mi vida. Una más que otra, pero una antes que la otra. Y no una, sin la otra. Sobran más explicaciones, creo.

   Felicidades a ellas especialmente, y a todas las que como ellas, lleven ese nombre tan entrañable para los hombres y las mujeres cuyas vidas se consagran a la mar. Ellos celebran, cada 16 de Julio, la fiesta de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros.

   Para tí, mi Carmen.

lunes, 2 de julio de 2018

De nada

      


     Hace días que salgo a fotografiar sin tener ninguna idea preconcebida, sin buscar nada especial, como por otra parte he venido haciendo casi siempre. Como hago realmente siempre que callejeo con el propósito de fotografiar. La razón es que me ayuda para aguantar mis días el pasear cámara en mano, tratando de encontrar quién sabe qué, en quién sabe dónde.

     Trato de no perder la costumbre de hacerlo. A pesar de tener motivos para pensar que está fuera de lugar. Pese a tener razones para creer que puede parecer ilógico usar el tiempo en salir a construir mi particular mundo, o mejor, a proyectarme en el que vivo a través de las fotos que hago, o que construyo. Para tratar de dejar una huella de mi paso que perdure, siquiera en una cuantos fotografías, sin mayores pretensiones que sobrevivir a mí mismo.

     Hubo alguien que dijo que las fotografías no se toman, –como cogiendo algo que está ahí puesto esperando que el primero que pase lo aproveche–, si no que las fotografías se hacen, –se construyen, se hacen más allá del simple hecho de apretar unos cuantos botones y ajustar las herramientas precisas para ello, cosa que, por otra parte, requiere también de su saber hacer particular, creo yo–.

     Reviso los las fotografía que me traigo tras mis paseos y me planteo que, sinceramente, no hago fotos de nada en especial. Cualquier foto de las que decido finalmente conservar y editar podría tener cabida aquí. Cualquiera de ellas, de las que salvo y trabajo para que se parezcan a lo que sentía al hacerlas, podría ocupar el espacio sobre estas lineas. Cualquiera de ellas no cuentan nada en especial, de nada hablan mas que de mí mismo.

     Así que aquí dejo hoy y para no perder las costumbres una foto de nada, nada más.