lunes, 14 de febrero de 2011

La ola y yo


Mar agitada ese día.
Mar brava. Olas y viento y espuma, salpicones y girones que saltan sin miedo al aire, desgajándose del blanco que pugna en las crestas, revolcándose y enrollándose furiosa para asestarse a sí misma el terrible abrazo que acaba con ella, en eterna espiral y vorágine suicida.

Las olas llegan con fuerza e inundan la orilla. La arena, impasible, indefensa y atónita, sólo puede dejarse hacer, contemplar cómo llegan una y otra vez, cómo con saña desmedida en intratable discurso, incansables, insaciables y crueles, van arribando una tras otra, y volviendo a su entraña, la mar, una, otra, y otra, y otra vez... Así en incesante latir, en lujuriosa respiración de titanes sumergidos, de monstruos soliviantados en los lechos lejanos del insondable abismo profundo y salado.

Y el viento en el aire, y la nube en el cielo. Y allí plantado, saboreando el salitre y entornando los ojos, el fotógrafo y su cámara...
Aquí os traigo ahora la imagen, rescatando el recuerdo de ese día y de aquel momento, allí, de pie en la playa...

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