martes, 22 de febrero de 2011

Pictorialismo





















A veces uno no sabe bien para qué le pueden servir las cosas que guarda. En especial, si uno es aficionado a guardar cosas que, no por inútiles, si no más bien por comunes, uno no piensa que valga la pena guardar.
Hace poco en casa comimos, como parte de un plato combinado, unos espárragos blancos. Los susodichos, que estaban buenísimos, venían en tarro de cristal.
Normalmente los tarros que compramos en casa, ya vacíos, van a parar al banco de la cocina (para su adecuado reciclado posterior en el contenedor verde) en ocasiones, el tiempo suficiente como para que yo los descubra. Y eso le pasó al bote de los espárragos ese día, que lo vi allí sólo y destinado a su particular resurrección..., y entonces decidí prolongar su vida más allá de su labor como mero bote de conservas.
Era un bote no demasiado alto y sí por contra bastante rechoncho. Naturalmente cilíndrico, pero sin torneados aparentes y de boca ancha, por tanto, de porte grueso, que se me ocurrió merecía ser salvado, incluso, del oportuno reciclaje. Así que convenientemente lavado y despojado de su etiqueta, ha contribuido de manera esencial para la obtención de esta imagen.

Imagen que, tras un adecuado tratamiento, presenta el aspecto que pretendía y que, al menos a mi me lo parece, podría asemejar esta foto a las que en su día, en los inicios de la historia de la fotografía, se adscribían al llamado pictorialismo y que no está de más conocer si es que aún se desconoce.
Lo cierto es que cuando miré aquel bote de espárragos, enseguida me vino a la cabeza lo que luego confirmé a través del visor. Espero os guste.

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