jueves, 23 de abril de 2015

Volverán los oscuros vencejos

Llegan en bandadas y, de pronto, sorprenden en los oidos sus chirriantes llamadas. Rasgan el aire con sus guturales griterios. El calor llega para quedarse, y estos veloces y elegantes pobladores de los cielos de primavera alegran mi espíritu y me devuelven algo salvaje y profundo, algo que me conecta más aún con raices eternas, casi olvidadas.
De todos los sabidos episodios que marcan en la memoria las estaciones y los tiempos, los años y los recuerdos, estos son de los más simples y de los que más emoción despiertan en mis sentidos. 
En ciudades y pueblos, surcando como saetas negras la inmensidad del azul y las nubes, su aguda y estilizada silueta dibuja en el aire todas y cada una de las leyes de la aerodinámica, haciendo gala de un dominio de su medio sólo al alcance de unos pocos elegidos.

Este año en cambio, mezclada a la alegría inmensa de oir y sentir su presencia en el cielo de los días y las tardes primaverales, traen a mi memoria sin saber porqué la dolorosa certeza de una ausencia.
Mirando a los oscuros vencejos sé que él me mira tranquilo desde algún jirón de aquellas nubes lejanas.


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