sábado, 1 de agosto de 2015

Un día muy especial

Por primera vez desde que nací, hoy no puedo celebrar tu cumpleaños. 
Puedo, en cambio, celebrar tu recuerdo. Ha amanecido lluvia, y es inevitable no llorar en un día en que no estás. Uno más, y ya van siendo, desde que decidiste irte. Bueno, no fue tu decisión, porque, papá, peleaste como un campeón. Aprendí mucho de tí siempre, pero en esos últimos días, aprendí muchísimo, y con tu partida silenciosa y dulce me diste una última lección de cómo hay que vivir. Después de tanto dolor, de tanta resignación.
Qué paradoja, me enseñaste mientras te ibas diluyendo y te fundías con los rayos del sol que inundaban tu frente y tus ojos cerrados, en el silencio que te rodeaba, con el calor que nos dabas a todos desde aquella cama de hospital...
Cerraste los ojos, me pediste y deseaste lo mejor para tu amada esposa, mamá. Y para nosotros. Yo te susurraba al oído las mejores palabras que venían a mí boca. Me admiraba y me admira cómo quisiste a mamá, cómo nos quisistes a todos, a tus hijos y a tus nietos, a los tuyos y a los nuestros. 
Te decía que lo habías hecho todo bien, muy bien... Qué grande fuistes papá, qué grande eres.
Vives en mi recuerdo, vives en lo que tengo de dios, en lo que tengo de ángel. Eres en lo que hicistes de mí. Estás en mis ojos y en mi madre. Estás y eres por lo que soy de tí. No puedo felicitarte por un cumpleaños al que no llegastes. Pero puedo celebrar que estarás y serás mientras haya alguien que estuvo y fue contigo. Y eso será así, por mi parte y por lo menos, hasta mi último día. 
¿Estarás, papá, esperándome en alguna parte...?

2 comentarios:

amparo puig dijo...

Jod. Qué emoción. Ojalá nos estén rspera do en alguna parte.

Mar dijo...

Es el no cumpleaños más emotivo que he leído.
Todo sentimiento, un hondo amor filial.
Me ha emocionado sobremanera.

Amparo D.