Lo ando buscando. En los charcos. En los carteles. En las hojas, en las ramas o en las nubes. En troncos, en flores marchitas, en los rayos de sol que cruzan las habitaciones de casa. En los reflejos de los cristales y en las sombras del atardecer de invierno. Incluso, en el fondo del fregadero de casa.
Siempre ando buscando lo mismo, mi propia mirada, y esa huella que dejan en mí los objetos y los momentos. Esa forma de retener un trocito del tiempo que, como todos los trocitos, pasa veloz a mi lado y se lleva, poco a poco, otro instante de mi vida.
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