miércoles, 28 de junio de 2017

El hacedor de sueños


¿A quién no le gustaba cuando era un niño? Hacer pompas de jabón.

Él se hace llamar KG Maître Bulleur y se dedica a ello todavía.
Era el Día del orgullo LGTBIQ, celebrándose en Valencia. Fuimos a pasear y curiosear.
Apareció de entre la multitud y se subió a un contenedor de basuras, en parte porque era uno de los pocos sitios libres que habían a mano, y en parte porque era una estupenda atalaya para ofrecer a los allí reunidos su magia y su espectáculo. El sol caía ya por el horizonte y él, sin hacer ruido, subió de alguna manera allí arriba, colocó el bote de jabón a su lado y comenzó a fabricar pompas mientras el desfile continuaba en la calle. Me situé cerca y tomé unas fotos recortándolo contra el ocaso. 
Al acabar, pasado un rato, bajó en felino movimiento y mientras recogía sus herramientas me acerqué y le pedí una dirección de email. A los pocos días le mandé sus fotos, que le regalo a cambio de sus regalos, su tiempo y sus pompas desechas en el aire...

Las pompas de jabón siempre me ha parecido una representación física de nuestros sueños. Efímeras y frágiles, flotan etéreas, transparentes y mágicas, hasta que de pronto y sin previo aviso estallan y se descomponen en salpicones ínfimos. Son de mil colores y de ninguno. Son como nuestros sueños. Indefinibles u obsesivos, vuelan libres mientras los soñamos y de pronto, desaparecen en mil partículas mostrándonos la realidad, ya hechas añicos.
Prefiero las pompas. Hacen menos daño al romperse.

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