lunes, 31 de marzo de 2014

La primavera...

...a mí me da igual.
Los besos son los besos y la primavera no deja de ser una estación del año más. Vale que es la estación donde la vida explota, y todo se llena de hormonas, feromonas, paradas nupciales, efluvios amorosos por doquier, y un largo acerbo de expresiones en torno a lo sensual y lo fecundo de la tierra y sus pobladores.
Personalmente, no espero de la primavera nada especial, ni que haga nada especial conmigo y con mi libido. Soy de naturaleza marcadamete carnal, y qué queréis que os diga, los gusanos me esperan a la vuelta de cualquier esquina, así que no me apetece ir reservandome cachitos para ellos.
Vaya, que si me apetece darle un beso a mi compañera de turno (bueno, la única que tengo...) pues se lo doy y punto. 
Aunque..., ahora que lo pienso, lo cierto es que acabo de decir una solemne tontería, porque todo dependerá en el fondo, de lo que le apetezca a ella... 
Ay, mis queridos futuros gusanos, que os vais a poner las botas...

miércoles, 26 de marzo de 2014

El avión de los sueños rotos

Colgaba de un techo encalado, en la cambra enlucída de una casa de pueblo. Lo habían pintado en vivo color rosa, casi fucsia, con detalles en rojo y en negro. Su morro apuntaba hacia la luz que entraba por la pequeña ventana que dejaba ver, a través de unos cristales viejos y sucios, el cielo límpido y azul de la serranía. 
Era un cuarto cuajado de viejas herramientas de carcomidos mangos y hojas herrumbrosas. Por aquí y por allá, trabajos manuales de diversa índole, algunos inacabados. Habían allí y entre otros: un vagón de tranvía, un gusano hecho de grandes bolas de poliestireno, una casa sin paredes que dejaba ver los entresijos de complicados mecanismos, como los de una especie de antiguo molino, una "torreifel" más grande que un hombre, y también aquel avión.
Quien allí trabajara debía pasarlo bien. Entre serretas, serruchos, papel de lija, clavos, martillos, gubias, lijas, berbiquíes... Pegamentos, pinceles y pinturas, e infinidad de restos y retazos de materiales diversos: papel, cartulinas, telas, chapas, cartones, planchas, y materiales todos recogidos quizá de las basuras o solares, y que, en algún rincón de la pequeña estancia, reposaban a la espera de encontrar una segunda vida entre sus manos.

No conocí a Paco. Es más, se podría decir sin tapujos que ni siquiera supe de él mientras vivía. Ni falta que me hizo. Aunque digo yo, a la vista de aquel humilde pero sincero trabajo, si tal vez perdí más que él en esa ignorancia. Me contaron que aquel hombre había muerto hacía poco. Era un hombre joven, pero la maldita enfermedad se había llevado su tiempo y sus maquetas por delante, antes de hora y para siempre.
Un hombre que pasaba a sabiendas sus últimos días en aquella casa de pueblo, entre sueños e ilusiones, entre proyectos y juguetes, entre maquetas y modelos que desde una rica y creativa mente surgían y él plasmaba en aquellos trabajos abandonados ahora al tiempo y al olvido.

Como aquel avión rosa recortado contra un techo encalado. 

Me agaché y me pareció que volara con todos los sueños de Paco escapando por la ventana a reunirse con sus ilusiones, allá a donde él estuviera, qué se yo si entre las nubes del cielo azul de la serranía. 
Y tomé la foto.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Peztuche

Descubrí a este ejemplar por casualidad, mientras exploraba un vulgar estuche portaobjetos. Esta especie vive en los abismos más profundos y oscuros. Se alimenta de objetivos y otros aparatillos de índole normalmente fotográfico a los que tienta merced a un llamativo señuelo de cinta rematada en velcro que hace oscilar frente a su boca. Una vez atraídos, los aparatos quedan prendidos del engaño, tras lo cual son introducidos en su estómago. Cuando su particular "caña de pescar" está en reposo se destina a otros fines. Concretamente el peztuche la repliega sobre su vientre para sujetarse con firmeza al cinturón de su anfitrión. Completa su eficaz reclamo mediante una llamativa marca en el interior de su boca, de vivo color, que representa una tarjeta de memoria. La señal oculta de manera ingeniosa y oportuna una cavidad a modo de glándula, que se especula contenga un potente veneno que paraliza a su presa tras la ingesta.
Así, objetivo cazado, objetivo que permanece convenientemente ubicado en sus entrañas, cerrando el peztuche su boca mediante una dentadura en forma de cremallera antilluvia, a la espera de que el usuario de turno lo extraiga para su montaje en la cámara adecuada para el mismo.

Por si a alguien no le ha quedado claro, el aspecto del peztuche mientras se camufla es éste:



martes, 4 de marzo de 2014

En la boca del lobo

Ignorante al horror que se cernía sobre ella, se dirigía con paso firme hacia una muerte segura... pensando en estrellas y además con un año de retraso. Así, cómo no habían de comérsela?

domingo, 2 de marzo de 2014

Callejeando ahora que casi no hay petardos



Comienza el mes de Marzo y las fallas están ya en el ambiente y en el sonido de la ciudad. Cada vez va a ser más difícil callejear tranquilo en una ciudad que enloquece por culpa de los alocados falleros.
Toman las calles, toman las plazas. Ensucian patios, aceras y todo lo arrasan mientras parecen obligados y obligarnos a reir, cantar, bailar y cometer la más ingente cantidad de idioteces que pueden comenterse mientras se camina por las viejas calles que no son suyas aunque ellos crean que sí.

No me gustan unas fiestas que me obligan a circular por donde nunca lo haría, o a caminar a un paso que no me es natural. No me gustan unas fechas en las que el aire se satura de olor a demasiadas cosas, pólvora sí, pero también humanidad. Demasiada y desagradable humanidad.
Aborrezco de las gentes que llevados por su ímpetu y deseo de jolgorio, juerga y desenfreno, olvidan respetar a quien sólo desea pasear tranquilo entre el aroma a azahar y el calor de una primavera que se nos hecha encima. No tolero unas fiestas intolerantes conmigo. No soporto una anulación por decreto popular de mis derechos de ciudadano, derechos por los que pago impuestos a diario. Valencia en fallas. Otro año más.