domingo, 2 de marzo de 2014

Callejeando ahora que casi no hay petardos



Comienza el mes de Marzo y las fallas están ya en el ambiente y en el sonido de la ciudad. Cada vez va a ser más difícil callejear tranquilo en una ciudad que enloquece por culpa de los alocados falleros.
Toman las calles, toman las plazas. Ensucian patios, aceras y todo lo arrasan mientras parecen obligados y obligarnos a reir, cantar, bailar y cometer la más ingente cantidad de idioteces que pueden comenterse mientras se camina por las viejas calles que no son suyas aunque ellos crean que sí.

No me gustan unas fiestas que me obligan a circular por donde nunca lo haría, o a caminar a un paso que no me es natural. No me gustan unas fechas en las que el aire se satura de olor a demasiadas cosas, pólvora sí, pero también humanidad. Demasiada y desagradable humanidad.
Aborrezco de las gentes que llevados por su ímpetu y deseo de jolgorio, juerga y desenfreno, olvidan respetar a quien sólo desea pasear tranquilo entre el aroma a azahar y el calor de una primavera que se nos hecha encima. No tolero unas fiestas intolerantes conmigo. No soporto una anulación por decreto popular de mis derechos de ciudadano, derechos por los que pago impuestos a diario. Valencia en fallas. Otro año más.

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