martes, 13 de diciembre de 2016

Puertas cerradas

Va acabando el año y las puertas siguen como al principio, acumulando ahora las hojas del otoño. Cerradas antes y ahora, sin nada al otro lado, sin nadie que las abra. Ajadas y sucias soportan mi mirada, impasibles y orgullosas. Maldigo las puertas que se cerraron este año, otras más, maldigo a estas y a las que ya ni recuerdo. Cerradas. Soberbias. Mudas y muertas. 
Rondan mis notas en modo menor y el frío encoge un poco más mi ánimo. Tristes son los días y malos los presagios. Nada bueno puede surgir en donde sólo reina la tristeza, la desesperanza, la angustia y la soledad. Nada amable, sólo el horror al vacío, a la nada y al olvido. Fuera como hoja muerta yago a los pies de un futuro que no existe. De un mañana que no espero ni deseo, del que nada quiero, sabedor de que nada tiene para darme, de que la puerta, ajada y sucia, impasible y orgullosa, nunca, nunca se abrirá para mí. Como el hollín y la herrumbre, como el polvo y el orín de la madera y la piedra, como la hoja amarilla y seca.

No hay comentarios: