lunes, 21 de septiembre de 2009

El columpio


Hay allí un pequeño riachuelo, "El reguero" lo llaman, evidentemente, nombre que alude a su uso.

La verdad, no se bien cual es el nombre de este torrente escaso, ni a qué a rio llega. Puede que sea parte de la cuenca del rio Chelva, o del Tuéjar..., ciertamente, sus aguas, de una manera o de otra, acaban en el Turia.


Años atrás, cada verano, en sus inmediaciones, cuando aún podía enseñar estas cosas a los míos, cogíamos culebras de agua, que, mal cuidadas en cacharros más o menos grandes, manteníamoas cautivas los dos o tres días que pasábamos por allí. Pasado ese plazo, dábamos suelta a las serpientes, para alivio de mi suegra y de los vecinos, sabedores de la proximidad de la bicha. ¡Maldita y absurda incultura y analfabetismo popular!

Las cogíamos justamente para disfrutar de su compañía, del tacto de su piel entre las manos, de su mirada asustada y huidiza, mientras que los lugareños entendían que eran aquellas culebrillas de apenas unos pocos decímetros de largas, casi alimañas mortíferas de detestable cercanía... jamás ninguna causó baja en nuestras manos, eso me consta.

Alberga este reguero una exigua pero entrañable chopera, una a cada lado de su paso por la aldea. Ahora, apenas discurre ya agua por su cauce. Se llega allí tras un breve paseo. Con las casas en las cercanías, permite, sin embargo, sentir francas sensaciones de paz, de libertad, y de ser parte del entorno. En las noches, según gires la cabeza del lado de la aldea, o del lado de la arboleda, se abre de este último el universo, oscuro e infinito, cuajado de millones de estrellas, insultantes en número y en matices de brillo y colorido. Adornan las noches despejadas en la comarca Serrana, y llegarse allí con la frontal y el silencio, es siempre y para todos una experiencia casi mística, urbanitas como somos por nacimiento y por castigo.

Es buen lugar para pasar los ratos, en las mañanas o, preferiblemente en las tardes, cuando los árboles, humildes en número e importancia, prestan pese a todo buena sombra y agradable cobijo de los vientos y los calores.

Y allí, finalmente, allí está tomada esta foto. Los niños del lugar hacen en los chopos más grandes cabañas y, a veces, como en este caso, entretenimientos de dudosa eficacia, como este "columpio" que, aunque parezca mentira, os puedo asegurar que al hacer la foto... no se movía.

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