martes, 22 de diciembre de 2009

La esencia de las cosas: la gerbera rosa


No es exactamente la foto que buscaba, pero está en el camino para conseguirla.

Sólo por eso, me parece justo subirla aquí.
No resultó tan fácil como cabría pensar, iluminar tal y como imaginaba esta imagen.

Al final, se acerca bastante a mi idea:
resaltar la esencia de la flor frente a un fondo ausente.

Una flor como esta es para mí una imagen de lo natural, de lo simple, de lo sencillamente que la naturaleza es capaz de regalarnos con algo que despierta en nuestro interior esos sentimientos, que, entre otros, nos distinguen de los animales. Resulta curioso pensar que algo tan natural nos ayude a definir nuestra propia naturaleza... humana.

Asociamos la flor con muchos conceptos que son sólo humanos: el amor, la ternura, la inocencia, la fidelidad, la pasión, la alegría..., la frescura y la lozanía de la juventud.... Nada en la naturaleza se mueve por estas sinergias. Supervivencia, nacimiento, vida, reproducción, perpetuación de la especie y fin del ciclo, así suceden las cosas y sólo así, implacables e inmutables, deja la vida que ocurran en todo el reino natural.

Dejar la imagen en tonos grises me ayuda a despojarla de la mayor parte de connotaciones de esas que menciono aquí arriba. Resulta más aséptica, más distante, más lejana de lo humano, tal vez por la misma abstracción que resulta de verla en tonos de blanco y negro.

De alguna manera, he querido liberarla y separarla de todas esas cosas, y dejar de ella sólo su esencia, lo indefinible de su ser más auténtico.

Tal vez así pierde su parte amable, pero sólo así podemos verla sin pensar en todo lo que nada tiene que ver con ella.

A veces, todos los perjuicios, todas las ideas, todos los sentimientos que son sin tener que estar, o que están sin serlo, todas las tildes y los acentos, todo lo rosa y todo lo gris con los que vemos la vida, nos impiden ver en ella lo que realmente guarda para nosotros: la sencillez y la grandeza de símplemente, poder ser.

Mejor en grande.

sábado, 19 de diciembre de 2009

El tiempo, el implacable, el que pasó...


Es el inicio de una serie en blanco y negro.

Durante unos días, semanas, he estado haciendo cosas. Ahora tengo material para ir dejándolas, una a una por aquí, durante varios días.

En el fondo, son consecuencia de una única obsesión.

...Es tiempo de bodegones. Y vendrán más...


He encontrado en este tipo de fotografía, un algo que me atrae. Imagino que es el sentir que la luz no está, y, como Dios, decidir el instante preciso en el que la luz se hace, en unas milésimas de segundo, el tiempo suficiente para que los flashes pinten aquí y allá, a una orden tuya, de tu dedo apretando el disparador..., una luz que perdura luego en una imagen. Sí, supongo que me gusta porque me hace sentirme, remotamente, un dios. Que Dios me perdone.


Mi universo, los dos palmos de la mesa donde voy colocando con esmero y cariño cada una de las piezas que compondrán el cuadro. Mis siete días, las pocas horas que pasan desde que monto el primer flash hasta que guardo en mi armario el último pie que soporta esas luces.
El paraíso, que el resultado se parezca a lo que imaginé.

A veces, son "seres superiores" los que consigo retocar hasta enmarcarlos aquí. Otras veces, no merecen la pena y duermen el "sueño eterno de los píxeles", perdidos en el limbo del disco duro de mi ordenador.

Esta vez, y jugando con el tiempo, se me ocurrió buscar los extremos, entre la casi transparencia del contraluz de una de las conchas de la composición, y lo profundo del retorcido interior de la caracola. Testigo de ese lapso, el mejor medidor de lapsos: un reloj de ocho pavos, que ni siquiera funciona..., total, para parar un instante...

Este tipo de contrastes radicales se plasman mejor en blanco y negro. Y eso me dio pie a seguir probando otras cosas, que al final desemboquen, como los compases de un adagio, en un solemne momento de reflexión interior.

...pero todo eso, ya irá llegando.

De momento, ahí voy, escribiendo el primer tiempo...

Como siempre, os recomiendo hacer clik en la imagen, para verla un poco mejor.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Pan y agua


Ya lo decía en mi anterior entrada: tiempo de bodegones....
Así que va de bodegones, esta vez, a pan y agua...

Y va tanto de bodegones, que este es otro, pero no el último, ya tengo un par, al menos, pensados para hacer algún día de estos...

Esta vez la escusa era pensar en parejas. Parejas de cosas. De manera que pensar en una de las dos partes, nos llevara directamente a la otra. Lo malo es que al pensar en pan y agua, se piensa, al menos en mi caso, en castigo..., tal vez por que son los mínimos exigibles para alimentarse, o los mínimos innegables a nadie, incluido el castigado.

Y es curioso, porque otra idea similar te lleva a pensar en algo más placentero: pan y vino.

Esta vez, piensas en descanso, en momento de parada y placer ante una escasa pero esencial ingesta de sustancias alimenticias básicas a la par que sabrosas: pan y vino, para andar el camino. Como si el pan y el agua fuera por el contrario, una comida destinada a obligarte a permanecer sentado en el rincón oscuro de una celda... Al fin y al cabo, más recto podrías andar sin alcohol en sangre..., no?

Increíble lo que te lleva a pensar el hacer una simple foto.

A veces creo que es complicada la forma en la que pienso las cosas....

viernes, 13 de noviembre de 2009

Tiempo de bodegones



Bueno, pues ya llevaba tiempo sin dejar nada por aquí. Ya tenía ganas.
Desde la última vez, las cosas van pasando, deprisa, como para todos. Como para todos, en especial para aquellos que como yo, piensan que cada día que pasa es un día menos, y no uno más..., ¿o es al revés?


Hacía tiempo, de hecho desde hace ya años, que, por estas fechas, veo calabazas y veo bodegones. Veo calabazas y veo otoño y bodegones, olor a horno y calor de estufa.
Por desgracia, en mi patria chica, la patria de Sorolla y del Marenostrum, los fríos son sólo cosas del telediario, y muy de vez en cuando, se pueden sentir los fríos y las lluvias.... Bueno, lluvias tuvimos ya, como siempre, demasiadas para algunos, pero muy pocas para mí, en fin...

Como digo, llevo tiempo viendo "naturalezas muertas" cada vez que veo calabazas. Y desde la anterior que puedes ver más arriba, o ésta otra foto, creo que he aprendido mucho sobre cómo se hacen de verdad estas cosas.
Cada vez que entro en la cocina de mi casa, a una determinada hora de la mañana, un rayo de luz entra de esa manera, y es lo que he querido conseguir en esta toma. Tú me cuentas qué te parece...

Y en fin, ahora estoy con los bodegones, las calabazas, el strobist, y proyectos e ideas que compagino mientras va pasando mi tiempo de calbazas en la UPV, donde, por unos meses, no me van a faltar las calabazas..., que diga, las habichuelas.

(Por cierto, para esta y para el resto de entradas, sobre todo las recientes, os recomiendo verlas en grande: clic sobre la imagen, ya sabéis...)

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Desde mi ventana


Hojas de nuevo.

Tras los cristales de mi ventana crece un árbol. Cuando llega la primavera sus ramas se cuajan de pequeñas flores blancas que caen al suelo, la acera parece nevada, y todo lo que hay debajo queda cubierto de un manto de florecillas y de pequeños tallos.

Imagino que eso sucede tras la fertilización, y esas flores ya no tienen razón de ser. El árbol se libera de ellas, pues a esas alturas, son más una carga que una necesidad.

Aún en el suelo, muchas abejas y otros insectos siguen libando de los cálices de esas florecillas, y entre ellas, a ras del suelo, ves surgir aquí y allá abejas atontadas, medio borrachas por el festín...

En esta época el árbol en cuestión luce unas vainas que en absoluto esconden los frutos que contienen. Son el resultado de esa primavera de flores, de insectos, de trajines y de nevadas sin nieve. Son como judias en sus cápsulas, pequeños frutos que van madurando hasta que caigan a su vez al suelo, al final de su ciclo... Todo en el árbol son ciclos, y todos se suceden sin importarles qué nos ocurre a los que les miramos tras las ventanas, ajenos ellos a nuestras vidas, en las que los ciclos existen, pero a los cuales apenas sí prestamos atención.

Pero nada de eso he fotografiado esta vez. A pesar de recordar todo ello mirando estas hojas.

Estas hojas que ya van pintándose de otoño. Muchas de ellas, ya amarillean, y las que no, se tiñen de infinitos matices de verdes..., se presentan en una paleta irresistible del verde profundo al amarillo limón..., es una época increíble el otoño, por humildes que sean las especies vegetales que podamos contemplar desde las ventanas.

Algunos años, cuando ya acaban cediendo a su ciclo natural e irremediable, y caen al suelo, me he dedicado a recogerlas, triturarlas, y decorar con esos trocitos marrones el nacimiento que en mi casa poníamos cuando los niños eran aún niños. Hacían muy bien de "suelo de belén". Es el ciclo de las cosas que nos traen los meses: dentro de nada, la navidad.

Mañana empiezo a trabajar. Otro ciclo.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Hojas verdes


Las hojas. Es un tema recurrente, un motivo al que suelo apuntar con frecuencia con mis cámaras.

Imagino que es normal, y que mucha gente hace fotos de hojas.

Sus diseños, sus colores, sus matices, su manera de dejarse hacer por la luz o por el viento... Están siempre ahí, esperándome.

Ayer, otoñales, bañadas por la lluvia y abandonadas a su destino, el último para ellas.

Hoy, en cambio, hojas verdes me llamaron la atención.

Curiosamente, esta foto está tomada cerca de la anterior, pero no el mismo día. Aquí brillaba ya el sol, por eso los claroscuros de la pared de enfrente. Me pareció un adecuado fondo para el diseño de esta rama y sus hojas.

La foto está muy tratada. He de decirlo. Pero me gusta así, tras un rato trasteando con la imagen en pantalla. A veces, como en la foto de el columpio, me gusta hacerlo con la cámara, si se puede, en otras, hacerlo con el ordenador no me parece un sacrilegio...


Está claro que esta imagen no nace entre pinceles ni sobre el lienzo, pero bien podría pensarse que se trata de la foto de un cuadro..., para mi desgracia, yo no se pintar...

jueves, 24 de septiembre de 2009

Dos hojas


Ayer llovía en mi tierra. Llevamos varios días con lluvias.

Así empiezan casi todos los otoños, al menos, en los últimos años.

Esta foto se incrusta en medio del proceso que venía trayendo. Tal vez haya cosas que últimamente se incrustan en medio sin venir a cuento, y tal vez se están incrustando cosas nuevas en la historia reciente, en el presente y, quien sabe, si estarán ahí en el futuro.

Ayer llovía en mi tierra y levantar la vista al cielo era convertir las gafas en un cristal de aguas..., así que por eso me entretuve rebuscando imágenes en el suelo. El otoño que ha empezado, está ya por todas partes.
En las nubes y en el suelo, en las casas, en las cosas, y en las gentes.

El Otoño es mi estación favorita, incluso con lluvia. Es más, por la lluvia.

lunes, 21 de septiembre de 2009

El columpio


Hay allí un pequeño riachuelo, "El reguero" lo llaman, evidentemente, nombre que alude a su uso.

La verdad, no se bien cual es el nombre de este torrente escaso, ni a qué a rio llega. Puede que sea parte de la cuenca del rio Chelva, o del Tuéjar..., ciertamente, sus aguas, de una manera o de otra, acaban en el Turia.


Años atrás, cada verano, en sus inmediaciones, cuando aún podía enseñar estas cosas a los míos, cogíamos culebras de agua, que, mal cuidadas en cacharros más o menos grandes, manteníamoas cautivas los dos o tres días que pasábamos por allí. Pasado ese plazo, dábamos suelta a las serpientes, para alivio de mi suegra y de los vecinos, sabedores de la proximidad de la bicha. ¡Maldita y absurda incultura y analfabetismo popular!

Las cogíamos justamente para disfrutar de su compañía, del tacto de su piel entre las manos, de su mirada asustada y huidiza, mientras que los lugareños entendían que eran aquellas culebrillas de apenas unos pocos decímetros de largas, casi alimañas mortíferas de detestable cercanía... jamás ninguna causó baja en nuestras manos, eso me consta.

Alberga este reguero una exigua pero entrañable chopera, una a cada lado de su paso por la aldea. Ahora, apenas discurre ya agua por su cauce. Se llega allí tras un breve paseo. Con las casas en las cercanías, permite, sin embargo, sentir francas sensaciones de paz, de libertad, y de ser parte del entorno. En las noches, según gires la cabeza del lado de la aldea, o del lado de la arboleda, se abre de este último el universo, oscuro e infinito, cuajado de millones de estrellas, insultantes en número y en matices de brillo y colorido. Adornan las noches despejadas en la comarca Serrana, y llegarse allí con la frontal y el silencio, es siempre y para todos una experiencia casi mística, urbanitas como somos por nacimiento y por castigo.

Es buen lugar para pasar los ratos, en las mañanas o, preferiblemente en las tardes, cuando los árboles, humildes en número e importancia, prestan pese a todo buena sombra y agradable cobijo de los vientos y los calores.

Y allí, finalmente, allí está tomada esta foto. Los niños del lugar hacen en los chopos más grandes cabañas y, a veces, como en este caso, entretenimientos de dudosa eficacia, como este "columpio" que, aunque parezca mentira, os puedo asegurar que al hacer la foto... no se movía.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Símplemente unas flores


Hoy he decidido, parar un segundo, y ordenarme un poco.

Esta foto es anterior a las últimas de por aquí, pero prefiero desandar lo andado y echar la vista atrás, apenas unas semanas antes...

Demasiadas cosas se me están desordenando a diario, trataré de poner orden, al menos, en mis fotos.

Está tomada en el pueblo. Qué pueblo y su nombre no viene al caso ahora. Para mí, es casi mío. Recuerdo este pueblo con muchos matices, todos ellos traen a mi memoria tiempos pasados, tiempos mejores.

Pensar en el pueblo me hace casi siempre esbozar una sonrisa, entornar los ojos, y viajar con mi mente a esa era que adoro, rememorar el azul límpido del cielo y esos cúmulos de algodón inmensos, sobre el horizonte. Pronto se podrán ver por aquí essa nubes, nubes en las que siempre pienso cuando pienso en la palabra "nubes".

Hoy no son nubes las que enmarco. Son flores, flores silvestres. Flores alzándo su mirada por entre las hierbas amarillas de cuyas entrañas brotan. Flores apenas vistosas, apenas numerosas, apenas llamativas en un campo cualquiera.

Esta imagen me trae buenos recuerdos. Hacer esta, y otras cuantos fotos aquel día, me sirvió para olvidarme entonces de todo lo que no eran flores. Recordarlo me ayuda hoy a lo mismo.

jueves, 17 de septiembre de 2009

En el estanque



Este verano me dió, además de por quedarme sin trabajo, por interesarme de lo que hicieron los Impresionistas. Leí unos pocos libros divulgativos, navegué por la red de redes, compré un par de libros más, esta vez de la obra de un par de maestros: Renoir y Monet...
La verdad, hacía tiempo que "veía" las cosas de una manera que se acercaba bastante a la pintura de estos artistas.
Me enteré además, vergüenza la mía, que la pintura impresionista surge coincidiendo, en tiempo casi y en espacio, con la popularización de la fotografía. De tal manera que las obras de muchos de los pintores impresionistas calcan por así decirlo, la forma de "ver" de los fotógrafos que ya entonces, sacaban sus pesadas y primitivas cámaras a la calle y captaban "del natural": escenas de calle, personajes, paisajes urbanos, costumbres sociales.... me enganchó todo lo que aprendí, la verdad.
Yo no sé si esta imagen, y muchas otras que duermen "el silencio de los jpgs" en mi disco duro, podrían asemejarse o no a algunas de las obras de Monet, Cézanne..., lo que sé es que esta manera de acercarme a lo que veo, de plasmarlo con mi cámara, me complace, disfruto, casi babeo cuando segundos después de liberar el obturador, atisbo en el LCD ese pedazo de realidad que me llevo, para siempre, a mi casa...

miércoles, 16 de septiembre de 2009

La soledad del desempleado.


Este verano he podido hacer muchas fotos. No sé si eso es algo bueno. De hecho creo que no.
¿Es porque he perdido mi puesto de trabajo? Bueno, el tener tiempo me ha ayudado.
He estado en sitios en los que nunca había estado antes: Salamanca es uno de ellos, lugar de donde hoy recupero esta imagen, triste y original..., otro día puede que ponga aquí mi interpretación del esplendor del gótico salmantino..., otro día.

Esta foto la hice impresionado por la soledad de ese rostro de piedra.

No sé quién lo esculpió, ni para qué. Cuál era su destino, dónde lució, qué pudo hacer mientras estuvo en su sitio.... está claro que el suelo y la pared en la que ahora se apoya lo denigran bastante. Está desubicado, aunque no fuera de contexto.
Me veo en ese rostro: en un contexto como el actual, en el que encajo a la perfección como desempleado, no encuentro, sin embargo, mi sitio. Eso me tiene totalmente desorientado.

Me impresionó, decía, su soledad, su abandono. Su estar ahí como estando en ningún sitio, habiendo estado en tantos...

Hice esta foto con una velocidad baja, sin flash y sin trípode. Demasiadas carencias.





lunes, 24 de agosto de 2009

Trapos al sol


Trapos al sol
Cargado originalmente por Emympus

Esta portezuela enrejada oculta el contador del agua de la casa del pueblo. Más que una casa, es un refugio donde pasar las horas de canícula en verano, o de frío intenso en las noches de invierno. Junto a ella se colocó en su día una cuerda, para tender la ropa. También de ella o de sus inmediaciones, parten hilos y clavos varios donde mi suegra pone a secar ramilletes de plantas aromáticas.

Pinzas, flores secas, trapos y el sol. El azul pálido del hierro y el blanco de la pared encalada.

Muy a menudo, casi siempre que visito el pueblo, suelo encontrar en este rincón motivos para recordar.

sábado, 4 de julio de 2009

Flores caídas II


Flores caídas II
Cargado originalmente por Emympus

En esta época del año, un árbol cuya especie desconozco, se encarga de bombardear el suelo con sus flores.
Caen junto a hojas secas que aún reposan en el suelo, y la imagen parece un campo de batalla sembrado de cadáveres de bandos rivales: la Primavera, y el Otoño...

...realmente, cuántas cosas raras llega a pensar uno.

viernes, 19 de junio de 2009

La tórtola en la rama


La tórtola en la rama
Cargado originalmente por Emympus

...me recordaba los dibujos de los restaurantes chinos..., el color no es importante, sólo los trazos..., y una tórtola escondida entre ellos.

Flor y muro


Flor y muro
Cargado originalmente por Emympus

En medio de un muro abandonado de gracias y dones, esta flor solitaria se encargaba de recordar a cada ladrillo, a cada desconchado, y a cada grieta en la pared, que no todo lo bello quedaba del otro lado...

Ropa Tendida_3


Ropa Tendida_3
Cargado originalmente por Emympus

Los diferentes pliegues de la servilleta se encargaban de crear diferentes intensidades de la luz tamizada.
Al fondo, la fachada de enfrente contrarrestada todo ese esplendor.
El bordado añadiendo ese delicado pero intenso toque de color y de alegría, en un escena de luces, sin casi sombras...

Ropa Tendida_2


Ropa Tendida_2
Cargado originalmente por Emympus

Las pinzas siempre me llaman la atención. Si son de plástico, por sus colores. Si de madera, por sus texturas. Como este grupo.
Normalmente están acompañadas, otras como ellas les ayudan en su cansada labor: apretar y apretar todo el tiempo, hasta que alguien retira la ropa, y, con un último apretón, las deja caer en el cestillo de las pinzas.
Ahí reposan unas horas, acaso sólo un rato, hasta que alguien vuelve a pellizcarlas para que se pongan a trabajar.

¡Dura la vida de las pinzas!

Ropa Tendida_1


Ropa Tendida_1
Cargado originalmente por Emympus

Era como estar dentro de lo que en fotografía llamamos "softbox", como si mirases desde dentro de ella...
El aire olía a fresco, a suavizante, a jabón y a lejía, y si un rayo de sol acertaba a darte en la cara, entre los pliegues de las sábanas, se podía sentir su energía abrasando tu piel. Las sensaciones eran demasiado puras como para no tratar de plasmar el momento.

miércoles, 17 de junio de 2009

palomo blanco


palomo blanco
Cargado originalmente por Emympus

El palomo hizo como que no quería pasar por allí..., pero pasó.

domingo, 29 de marzo de 2009

domingo, 11 de enero de 2009

Vaho


Vaho
Cargado originalmente por Emympus

Después de abrir el grifo del agua caliente, cuando miras las hojas, la ventana empañada te deja ver así. Las formas se han ido, y sólo los colores y los brillos te ayudan a ver lo que, intuyes, son las hojas de los árboles de afuera.
Cuando hace frío, me encanta fregar la vajilla...

sábado, 3 de enero de 2009

"Clímax"


"Clímax"
Cargado originalmente por Emympus

Fue el final de un largo rato cuajado de arruyos y caricias mutuas. El desenlace se intuía, pero la pasión fue creciendo hasta desembocar en unos brevísimos instantes de locura...

La verdad, fue muy bonito.

A los cinco segundos volaron del cable, primero él, y luego ella.
Permanecí un momento con una leve sonrisa dibujada en los labios.

Hermosa manera de comenzar el año...