viernes, 19 de diciembre de 2014

Gato y estrella de navidad

El año acaba y no sé si finalmente cumplí mis propósitos de cuando empezaba. Aquel decálogo...
Si he de ser sincero, me he aplicado en conseguirlo. En lograr al menos hacer de la fotografía no un medio de vida, pero sí un medio gracias al cual ser y estar, y vivir. No sé si es positiva la cuenta, pero ya no hay opcion de mejora aparente. Lo que hice hecho está. Y perdido lo que no logré hacer.
El año acaba de manera triste, y alguien que me dio la vida se ha ido. La tristeza empaña esta navidad como nunca antes, como no ocurrió en ninguna otra navidad de las que yo he ido viviendo, o pasando, o sufriendo.
Esta foto entre oscura y mágica, entre sencilla y compleja resume los sentimientos casi crepusculares de una vida, la mía, que roza su ecuador.  No sé cuantos me quedan hacia adelante, pero este año han sido 50 los que he dejado atrás. Y es una buena cifra para marcar mitades. Prefiero no hacer balances. Hace tiempo que ando en números rojos, o negros. Que viene a ser lo mismo según se mire.

Asi que de aquí al día 31 no sé si seré capaz de lograr subir otra foto, de esas que ultimamente me acompañan cuando, cámara en mano, salgo de casa. Los días que salgo.

Alguna vez leeré o leerán y diré o dirán de mí que no fui mas que un pobre diablo. Mientras llega ese día, lo seguiré siendo.

viernes, 26 de septiembre de 2014

R.I.P. Señor Don Cangrejo


Humildemente, el señor Cangrejo reposa su sueño eterno. Un día lo encuentras en la playa como es probable, sobre la arena como tantas veces. Pero esta vez algo es distinto: está panza arriba y no se mueve.
Pronto formará parte de nuevo de la arena, de la espuma y la sal. Muy probablemente ocurra que antes de eso, alguna gaviota dé buena cuenta de sus restos. Tal vez sean las hormigas que ya merodean. Puede que las moscas se ocupen de la limpieza.
Es la manera en que estas cosas acaban. Nada se desaprovecha en una naturaleza eficaz, eficiente, limpia y ordenada. Y lógica.
Igual que cuando vivía, pero con su caparazón volteado sobre la arena e inerme, Don Cangrejo mira con su vacía mirada al mundo del revés. Más allá, la playa y el mar siguen inmutables a lo suyo. Es así. Cruel quizá. Imperturbable y sereno. Simple e implacable. Sencillo y bello. Quién sabe pero, seguramente y en alguna parte, en algún otro mar, algún cangrejito nazca mientras otros van dejando hueco. La vida acaba porque la muerte forma parte del juego. La vida sigue gracias a los que se van yendo.

A mí, el señor Cangrejo, éste, me guiña un ojo. Bueno, me guiña más bien los dos. Me despido mientras disparo mi cámara y escucho cómo las olas, al fondo, susurran un sentido requiem.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Las cámaras de fotos: Máquinas del tiempo

Una cámara de fotos es una máquina del tiempo. En especial las más antiguas. Las que se tienen ese toque clásico que tanto gusta ahora. Llevan más tiempo entre nosotros. Así ha de ser.
La cámara fotográfica se alimenta de tiempo, lo captura, lo engulle, lo digiere y convierte el instante efímero en momento eterno. Sobrevive a los ingenieros que la diseñaron. Sobrevive a las manos que ensamblaron sus piezas. También a los ojos que escrutaron los momentos y la historia a través de su visor. Sobrevive a las vidas de quienes fueron sus dueños. Suma en sus rincones todos los kilómetros de todos los viajes a los que fue llevada. Acumula en su memoria todos los recuerdos que retuvo tras cada clik de su corazón. También traspasa fronteras y va acumulando sobre su cuerpo de metal, piel o plástico, las huellas de todas las manos que la acariciaron, y todas las cosas que vió a través de su único ojo de cristal.
La cámara de fotos, fiel testigo del tiempo pasado, llega a nuestras manos tras contar a otros mil historias de mil vidas.
La cámara de fotos le contará al futuro quienes fuimos. Hablará de nosotros a aquellos a los que ni siquiera conoceremos. Como una espectral y oscura memoria y sin tener consciencia de ello, legaremos gracias a nuestras cámaras, parte de nuestra vidas, porque con ella las fotografiamos ahora. No hará falta que nuestras fotos aparezcan en cajones en tiempos lejanos, no. Bastará que a nuestras cámaras las manejen otras manos, unas que ni siquiera conoceremos, unas que ni siquiera existan hoy.
Las cámaras de fotos son máquinas del tiempo.

sábado, 30 de agosto de 2014

Hora de partir

Los que han tenido vacaciones, o los que han viajado, están mirando el reloj. O mejor, el calendario. Porque se acaban, las vacaciones y los viajes. Eso en el caso de haberlas tenido. Otra cosa es si se han disfrutado, o por el contrario se han padecido. Y más aún, eso para los que hayan tenido vacaciones. Eso significa que trabajan, lo que es mejor incluso que tenerlas. Es de nuevo el momento, y adocenando nuestra conciencia colectiva como en tantas otras ocasiones, caemos en los tópicos de siempre, los de todos los años...: otear nuevos rumbos, desear destinos por alcanzar, elegir caminos a seguir.
Es un hecho sin embargo que cada nuevo día es un nuevo camino a recorrer y que cada lugar al que llegas es tu último destino alcanzado. No importa si partes desde una estación o si tan sólo te levantas de una silla. No importa si es final de verano o principio de primavera, o primeros de diciembre, o finales de abril, o de enero.
Lo único cierto es que a menudo siento a la vida como si fuese un tren que miras pasar delante tuyo, como esos trenes que pasan, o llegan, o salen, de las estaciones de tren. A toda velocidad discurre ante nuestra mirada, en medio de un ensordecedor rugido, atronando el suelo con una rítmica secuencia... "cu-chu-cu-chu, cu-chu-cu-chu, cu-chu-cu-chu..." y chirriando su redondos pies de hierro por las raíles herrumbrosos que discurren eternamente juntos y eternamente separados, sobre esas traviesas de vieja y carcomida madera.
La cuestión es: ¿Cuál será la estación de destino? ¿Qué durará el viaje? ¿Por dónde ha de pasar? ¿Cuándo parará?

jueves, 21 de agosto de 2014

Planeta bola

     Las bolas que adornan de tanto en cuanto la barandilla del viejo cauce del Turia y los restos añojos de la pintura de desalmados grafiteros... El fondo no es la infinitud del espacio, o sí, según se mire, pero viendo la superficie maltratada de la piedra me imaginé tripulando, en vuelo orbital, uno de los satélites que dan vueltas ahí afuera, sobre nuestro planeta tierra.

martes, 19 de agosto de 2014

¿Busca piso?

Pues le ofrecemos esto...
¿Le parece bien?
Los pisos que algunos han podido tener gracias a los bancos.
País este de pandereta, chorizos y malnacidos.
Poco tengo. Pero lo peor es que aún espero menos.

domingo, 17 de agosto de 2014

Algodón en rama


Como flores descuidadas se diluyen al viento las nubes. 
Perdiendo los pétalos y las formas en jirones de vapor que desaparecen para siempre en un fondo oscuro y frío. Efímera existencia de un algo o de una nada. Qué pequeños somos, qué pequeños...

lunes, 11 de agosto de 2014

Jabalí difuso

Esto de quedarse mirando nubes e imaginando qué son...

Muchas veces me quedo mirándolas. No me canso de ver esas formas majestuosas, monumentales,  en constante mutación, en constante juego con el viento. Son y desaparecen, desde la nada y hacia la nada. 
Maravilloso espectáculo, sencillo y barato de observar. 
Vendrán más...

miércoles, 6 de agosto de 2014

Nube. Cruzando.

Una nube mientras cruzaban. Un momento cualquiera en no importa dónde.
A mí me bastó la pequeña nube que a toda velocidad se deshacía en el cielo, mientras alguien cruzaba sobre el asfalto oscuro y caliente.

lunes, 4 de agosto de 2014

Auteretrato en una fachada

Debido al curioso ángulo del acristalamiento de esta fachada, me resultó chocante comprobar que mi reflejo se alcanzaba a ver, allá arriba, estando yo allá abajo..., en la calle, y en el séptimo piso... Sólo unos pocos paneles se orientan hacia el suelo, los de los pisos inmediatamente superior e inferior se presentan normalmente, verticales al plano de la calzada, y por eso no reflejan otra cosa que el azul del cielo de la ciudad.
Árboles y baldosas, farolas y lugares para aparcar las bicicletas, y alguna que otra pieza del mobiliario urbano, y yo...
Esperé a estar sólo en el tramo de la acera que veía para apretar el disparador.

viernes, 1 de agosto de 2014

¡Felíz cumpleaños!

Hoy cumple 78.
Aquí miraba la tele en su última estancia en el hospital. De momento, sigue ganando él. ¡Adelante papá! Un sincero y sencillo homenaje para tí, papá, porque todavía puedo abrazarte. Y por mucho tiempo que sea.

lunes, 21 de julio de 2014

Agarrada a su bolso

En extraño escorzo sujeta el asa del bolso que cuelga sobre su hombro. Lo imposible de su postura, el daño que me producía mi hombro con sólo mirarla me hizo seguirla y situarme detrás, realizar unos disparos y llevarme puesta su imagen para siempre. Su cara no es determinante para intuir su talante. Es su gesto lo que la convierte en una mujer tratada con dureza por la vida. En su andar cansado no abandona sin embargo la firmeza irreductible con la que aprieta el asa de su bolso. Camina sóla y sin más compañía que sus pensamientos. La cabeza inclinada vigila sus pasos, su mirada perdida sobre las baldosas de las aceras y como única preocupación aparente esa manera crispada de sujetar lo que podría ser el sitio donde almacenara todos los recuerdos de toda una vida. Ese bolso sobre su espalda. Esa vida sujeta a toda costa por el asa.

miércoles, 16 de julio de 2014

Gatitas

De pronto me fijé en ellos. Caí en la cuenta de que eran, más bien, ellas. Era fácil, ya que en los numerosos carteles se podía leer: "se regalan gatitas".
Había varios compartimentos separados por maderas. La mayoría dormitaban tras el cristal. Pero esta pareja de hermanas bebían agua, aparentemente con una sed infinita.
Tomé varias fotos, pero se tapaban la una a la otra sin aportar nada interesante al momento, salvo esa sed insaciable... Finalmente y cuando ya perdía la esperanza, dejaron de beber y se dedicaron a deambular brevemente, con pasos cansinos, hasta que una de ella se paró frente al cristal y se agachó dispuesta tal vez a ver pasar las cosas en el mundo que quedaba tras él. Automaticamente me agaché más aún y apoyé el objetivo sobre el escaparate, delante justo de su hocico, cosa que pareció no notar siquiera, pues siguió con aquella mirada perdida, con esa sensación de ausencia. Su hermana, más tranquila y detrás de ella, miraba algo en el suelo de su mantita.
No hizo gesto alguno, no me dedicó ni un guiño ni una carantoña por mucho que yo hiciera ruiditos con mis nudillos golpeando la vitrina... Quizá por eso y aunque ya han pasado varios días, me sigue impresionando el recuerdo de su resignada forma de mirar.

lunes, 14 de julio de 2014

Marginados


A veces estamos en el momento justo pero en el sitio inadecuado.
A veces nos colocamos ahí donde es difícil vernos, donde parece que queramos ocupar nuestro espacio, pero no lo conseguimos.
Quisiéramos llenar la vida de alguien, o al menos ocupar un lugar importante. Pero estamos en los bordes, al margen. Pedimos nuestra oportunidad, pero lo único que encontramos es una señal que impide el paso. Y nosotros nos quedamos ahí, en los márgenes, nos sentimos marginados.
No es sólo el color de la piel, es cualquier otra cosa que nos haga simplemente permanecer en esa zona periférica, extraña y anodina. Un "ahora no", un "no me interesa", o peor, un "cállate ya" o más aún, la indiferencia absoluta y la ausencia total de respuestas. No hace falta ser un marginado social para sentirse al margen. 
Pero ellos, desde luego, lo tiene peor que yo.

miércoles, 9 de julio de 2014

Quién fuera...

…periquito.

Le miro a través de los barrotes de su jaula.
Lleva con nosotros algunos años, no hace falta recordar cuántos, y no porque sean pocos ni demasiados, es simplemente porque no acostumbro a recordar ese tipo de cosas, como no recuerdo tantas otras. En cambio mientras le observo sí vienen a mi memoria otros momentos, otras vivencias que casi parecen otras vidas pero que sin embargo son parte de la mía.

Recuerdo a mis hijos cuando eran más pequeños. Una época no tan lejana en la que el periquito acababa de llegar a casa y "amaestrarle" era uno de sus mayores entretenimientos. Me recuerdo a mí mismo en un tiempo en el que el explicarles tantas cosas, incluido el proceso de domesticación de un periquito, era algo que podía hacer por ellos y algo que ellos esperaban de mí.
Vienen a mí todos esos momentos mientras observo la mirada despierta, al tiempo que extrañamente ininteligible de mi periquito, y me pregunto por sus recuerdos. Eso me ayuda a mitigar un poco al menos, el regusto triste que me han provocado los míos.

Así que olvido de nuevo aquel pasado y me planteo qué será capaz de almacenar el animalito en su memoria. Qué tipo de recuerdos es capaz de guardar su minúsculo cerebro, o en qué oculto rincón de sus micro circunvoluciones cerebrales tendrá lugar quien sabe qué extraño proceso neuronal… ¿él me recuerda mientras le miro y me mira? ¿Me conoce? O mejor, ¿qué piensa de mí…? ¿Recuerda cómo le privé de la comida hasta que conseguí que comiera de mi mano? ¿Me guardará rencor por ello? ¿Desearía acabar conmigo si su pico fuera grande y poderoso como el de un águila real? ¿Sabe, intuye o imagina qué es lo que hago mientras le apunto con un objeto extraño, de un sólo ojo, negro y metálico, que además no deja de emitir chasquiditos?

Hay días, bastantes, en los que sincera y desgraciadamente envidio su tranquila y apacible vida enjaulada. Envidio la simplicidad y sencillez de su mundo de barrotes y mijo. Envidio la honestidad de sus días y cómo se enajena, feliz en apariencia, golpeando con su pico en salvaje frenesí los cascabeles con los que adorné su jaula. Envidio su inquieta mirada cuando sigue con sus ojillos los movimientos de los gorriones, esos que picotean en el suelo del balcón hasta el último resto de la comida que él siempre deja caer. Pero lo peor no es eso.
Lo peor es que hasta envidio a veces el mismísimo tamaño de su cerebro.

martes, 8 de julio de 2014

Dobles parejas

Afuera en el callejón las sombras ocultan pasiones. El calor insoportable enciende la noche y el deseo se esparce como esporas en las corrientes profundas del océano. Una pareja se abraza sin reservas, invisibles entre los claroscuros de la estrecha callejuela. Sus labios recorren su piel entre sudor, lápiz de labios y colonia cara. Tras el cristal sin embrago otros ojos les observan. Ellos sonríen. Para estos otros dos enamorados la batalla se desarrolla a plena luz, en mitad del restaurante, bajo la mesa que aún ocupan sus platos sin acabar. Debajo son sus manos las que buscan tesoros escondidos.
Otro día acaba y el calor no amaina al caer la penumbra, y los más terrenales instintos corren sin freno en todas direcciones. Las llamas incontrolables e incontenidas de sus desbocados sentidos consumirán seguro sus pasiones en esta madrugada.

La oscuridad arropa a los amantes y las sábanas mañana se tenderán al aire de un verano como tantos, borrando entre brisas y rayos de sol las huellas de otras tantas orgías.

viernes, 4 de julio de 2014

Fffffaaaarrrroooollllaaaa

Nadie le dijo nunca que tendría que estirarse tanto. La culpa de ella, por querer ser la primera de la pared. Unos metros más atrás, el sol no llega como aquí y esas cosas no pasan.

lunes, 30 de junio de 2014

Día del orgullo... 2014

Allá cada cuál con su dieta, sea de carne o de pescado. Si lo que es caber, cabemos todos. ¿O no?

Rosa, rosa él, y rosa ella

No llegué a ver el color del trajecito del bebé del carrito, pero a juzgar por cómo iban los papis, mucho me temo que el título de la entrada podría alargarse con un "y rosa el chiquitín"...
La verdad es que un tipo bastante desalmado iba todo el tiempo interponiéndose entre la pareja y yo y esta fue la última y desesperada imagen de las que pude tomar de una calamitosa serie. Por suerte, y a pesar del ensuciado fondo, el rosa sigue siendo el protagonista.

jueves, 19 de junio de 2014

Desconchado

Junio lleva días aquí y ni me había dado cuenta.
La pared se cae y deja sus tripas al aire.
Escucho a Gorecki  y lloro.

sábado, 24 de mayo de 2014

Leviatán




Era la primera vez que usábamos un servicio de autolavandería. Se han puesto de moda de un tiempo a esta parte. Necesitábamos dejar como nuevo un edredón que llevaba todo el invierno encima de nosotros. Literalmente. Sólo por las noches, claro.

Otros años recurríamos a la tintorería, pero no sé bien por qué motivo, esta vez elegimos usar una de estas máquinas. Todo funciona a base de carteles de instrucciones y, por supuesto, monedas de un euro.

Pronto escogimos una de ellas. Fue un flechazo… Algo extraño y casi sobrenatural de su enorme ojo de buey que nos atrapó a las primeras de cambio. En mala hora. Su botonería en la parte superior, los colores verde pistacho y sus cromados… todo en ella, la verdad, era exactamente igual a todas las demás lavadoras pero... elegimos precísamente esa.
Así que decidimos que la número 1 (un adhesivo de la parte de abajo lo marcaba, además de que era la primera empezando por la izquierda) sería nuestra lavadora. Después de vencer a nuestra propia ignorancia y descubrir más o menos cómo era la cosa, procedimos a leer todo lo leíble, incluso todo lo referente a la resolución de problemas, o la obtención del cambio de monedas por si uno no lleva... leímos incluso un cartel que nos animaba, por si queríamos abrir una franquicia de lavadoras (¿?)... Finalmente había llegado la hora de meter el edredón por la gran boca redonda del engendro...

Poco sospechábamos que a las primeras de cambio y sin previo aviso, tras unos cuantos achuchones a nuestro edredón, unos cuantos giros enloquecidos, y bastante agua y espuma, iba a surgir de entre las profundidades de aquel torbellino enlatado tan tremendo leviatán. Nos miró con su ojo terrible, terrorífico, amenazador, hostil, un ojo que parecía surgir del mismísimo infierno… Jamás podré olvidarlo.

Por supuesto, el edredón se quedó allí dentro abandonado a la suerte que le deparase el monstruo.
¡A ver quién es el valiente que hubiera esperado a que se abriera aquella puerta!
Si pasáis por aquella lavandería, un consejo: ¡no se os ocurra usar la máquina número 1!

jueves, 15 de mayo de 2014

Empujar o arrastrar



Persigo la luz entre callejuelas del centro. A esa hora de la mañana todavía no se ha inundado el cielo del reflejo del sol y la luz es dura, cae abrupta y bruscamente cincelando edificios y fachadas sobre la ciudad, cruda y despiadada, desbocada y sin demasiados miramientos. Esculpe de un martillazo todo lo que golpea, incluyendo el rostro de este hombre al que seguí y esperé con mi objetivo en su camino hacia la mancha de luz sobre el asfalto.
Al pasar frente a esta callejuela le vi empujando su carrito de la compra. Para mí que lo empujaba más como quien sujeta un bastón, que como quien va o viene de la compra. Estaba claro que tenía una edad más que madura, pero lo peor no eran sus años, lo importante eran los problemas en su aparato locomotor. Se impulsaba dando pequeñas y compulsivas sacudidas a sus deficientes piernas, y tras cada una aprovechaba para en un corto pero decidido movimiento, empujar unos cuantos centímetros su carrito de la compra, vacío diría yo. Lo empujaba lo suficiente como para hacer avanzar su cuerpo acto seguido, justo esos poquitos y necesarios centímetros de más.

El hombre y su cadencia casi robótica, su movimiento de mecanismo dañado, de juguete a punto de romperse, de pobre lisiado que se las apañaba para continuar con una vida lo más normal posible, me ha hecho reflexionar esta mañana, mientras buscaba un rayo de luz y la potente diagonal sobre el sensor de mi cámara…

¿Empujar o arrastrar?
Empujar siempre hacia adelante, al paso de la vida, al ritmo del camino que tenemos siempre por recorrer… O arrastrar, o aún peor, arrastrarse…

Quien empuja manifiesta una actitud resolutiva, decidida, un avance de signo positivo y declarado, ejerciendo una fuerza a favor de las cosas. Quien arrastra tira de ellas, se empecina en dotar a algo de un movimiento que, lo que sea que se arrastre, se empeña en no seguir y que por tanto resulta contrario a nuestro propio paso. La cosa arrastrada parece seguirle, pero en todo caso, no acompañarle…

Es una metáfora quizá compleja de imaginar, y por supuesto que son movimientos semejantes, parecidos sin duda, no sé si opuestos, tampoco creo que sean antagónicos… Pero según cómo se imagine la situación, la cosa da que pensar si empujamos o arrastramos, si dejamos que nos empujen o nos dejamos arrastrar, si vamos delante, ajenos a lo que se acumula a nuestra espalda, o mantenemos la mirada puesta en el rumbo de avance, ojo avizor y pendientes de la carga que vigilamos sin perderla nunca de vista…

¿Empujas o arrastras?



miércoles, 7 de mayo de 2014

CO-MU-NIO-NES

Imagino a Carlos Sobera enunciando el título de esta entrada como uno de los "dos temas nuevos" de su afamado "Atrapa un millón". Además lo imagino como es él, chillando a voz en grito y marcando y remarcando cada una de las sílabas de la palabra...: ¡CO-MU-NIO-NES!

Me imagino en ese plató televisivo eligiendo el tema del que, seguro estaría de tal circunstancia, sabría mucho, más que del otro. Como esta niña, este mes de Mayo asisto una y otra vez a ceremonias similares, iguales diría yo, de tal sacramento cristiano. Ese que hace que los niños reciban por primera vez el cuerpo de Cristo...

jueves, 1 de mayo de 2014

Cofrades

Caminaban por la acera, apretando el paso de camino al templo. La procesión se andaba organizando bajo el escenario montado para "els miracles".
Las ví venir de lejos, y mientras la luz iba golpeándoles duro en la cara, crucé la calle, enfoqué sobre la puerta y esperé a que pasaran delante del objetivo. Antes de que su peineta y su negro y solemne velo se mezclara con las sombras me llevé esta imagen atemporal en la cámara y en el recuerdo.
Allá en la plaza, la banda iba afinando sus voces de metal y arriba en el centro del altar, San Viçent señalaba como siempre al cielo con su dedo milagroso. El mes de Mayo se abre en Valencia con el recuerdo del Santo en los barrios, la fiesta de la Virgen viene pronto a seguir llenando las calles de pétalos y de devotos de diversos pelajes, y luego el Corpus, colofón de un mes de primavera cuajadito de devociones. Para mí, un reto enorme: decenas de niños recibiendo la ostia por vez primera... anda que no les quedan por recibir.
Quizá alguno de ellos, de mayor, corra apurado hacia algún altar de San Viçent. Quizá ese día ande yo cerca con mi cámara. Ninguno de los dos lo sabremos... Pero me gusta pensar que podría ser.

viernes, 25 de abril de 2014

Poema de Amor número 14. Pablo Neruda


Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.
A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.

Atrás quedaron mis bodas de plata. 
Mientras ella alza la cabeza e inclina su gesto, yo veo en su corta melena enmarañada de pelo fino y rubio, lo mismo hoy que hace ya más de 25 años. 
Hoy lo puedo aún decir. Cuando dentro de un tiempo regrese a esta página y la mire, ni ella ni yo seremos, otra vez más, iguales a ahora. ¿Qué quedará entonces de lo que hoy sentimos? ¿Seremos para entonces los mismos? ¿Qué habrá hecho la vida que seamos y pensemos? La vida, eterno sube y baja de pasiones y sentimientos, de momentos malos y buenos. La vida nos lleva de un lado a otro con cada amanecer y con cada nuevo canto de los grillos. Con cada ola que acaricia la playa y a cada vendaval que azota los bosques. Con cada susurro del viento entre las hojas y con cada estrella fugaz que rasga los cielos de las tranquilas y tórridas noches de verano. La vida nos muestra su salvaje, su incesante espectáculo de seres que nacen y mueren, de cosas que son y que pasan. La vida discurre a ritmo implacable golpeando momentos eternos de presentes fugaces.
¿Volveremos a ser los mismos la próxima vez?

sábado, 12 de abril de 2014

Flores en el balcón

Adornaron nuestra casa en la víspera de un día felíz, muy felíz.
Ellas no se marchitan. Son curiosas estas flores. No sé cómo se llaman.
Permanecen como el primer día. Sólo hay una que no entiendo porqué ha perdido todos los pétalos.
Creo que fue un golpe seco con la barra del toldo. Las demás aguantan. Sus delicados y trémulos pétalos blancos se agitan con la brisa mientras las nubes lejanas discurren allá arriba, ajenas a lo que pasa en los balcones, ajenas a estas flores de mi balcón. Mirándolas me doy cuenta de que podrían ser nubes en pequeño. Me agacho y monto un tele de montura M42 en la Fuji, enfoco en manual y hago varios disparos. Estas flores con estas nubes ya no se me olvidan.